Iba a ser una noche bastante larga.
Victoria entró al baño, encendió la luz y se vió la cara que el espejo le devolvía. Era una cara de siete de la mañana; hinchada, ojos cerrados, boqueras en las comisuras de los labios...Era su cara de ocho de la tarde. Casi todo el mundo tiene esa cara de mierda al despertarse.
Se agachó y conectó el reproductor. Hacía tiempo que se había roto el lector de CD´s y hacía ya más de un lustro que no utilizaba cassettes, así que cuando introdujo la clavija en el enchufe, de inmediato comenzó a emitir el sonido de un programa de radio. Se escuchaba la voz de un interlocutor muy serio. Hablaban de terremoto que había sucedido en Haití. Una desgracia. Por lo que escuchó, llevaban todo el día con el tema, dando datos y opiniones. Primera noticia. Una de las cosas malas de ser un búho.
Se metió en la ducha sin el ritual de preparación habitual.Iba a ser una noche bastante larga.
Salió del cuarto de baño maquillada (eye-liner y rojo, lo habitual), peinada y vestida de negro y con un par de ornamentos en rojo. En el pasillo se abrió la puerta de la calle.
-Hey! Buenas, ¿Ya has amanecido? Ha llamado tu madre y no sabía si decirle que estabas en casa o en clase, así que le he dicho que no sabía nada. Ha venido el casero también, la factura del agua...que hijos de puta...97 Euros...¡Y 60 son de "cosas que no son agua pero me las pagas igual"!. Así que si ahora sales, pues saca 30 pavos, ¿Vale?
Así era Paula, nunca te dejaba hablar. Escupía obligaciones, deberes, conceptos, órdenes y listas como una metralleta. No daba tiempo a enterderla. Era un nervio.
-Sí a todo Pau, voy a meter cuatro cosas en el bolso y me piro. ¿Te vienes? ¿Voy a conseguir sacarte de casa alguna vez?
A esa cuestión le siguió una retahila interminable de fechas de entrega, fechas de exámenes, quejas sobre la Universidad, y lo sucia que estaba la casa. O sea que no.
En el móvil había cuatro llamadas perdidas de su madre (No te lo he cogido porque estaba en la bilioteca), un par de Nacho, y otra más del Largo. Presionó rellamar, y se dirigió al congelador.
-¡Qué pasa Largomen!- (Vió la bolsa blanca grande, la puso sobre la encimera y la abrió.)
-Te he llamado hace como dos horas Victo, hemos quedado dónde siempre para empezar- No lo dijo regañándola. Sólo que a veces Largo, te informaba de lo atento y lo buen amigo que era, sólo eso.
-Recógeme en casa, que te tengo una cosa para tí.- (La bolsita estaba llena de otras bolsitas pequeñas, como garbanzos, como la mitad de un caramelo. El conjunto olía bastante fuerte.)
Tomó una y dejó el resto como lo había encontrado. Fué a su habitación, saco veinte euros de la cartera y los dejó en la mesilla de Carlos. Carlos era el tercer habitante de la casa, pero nunca estaba. Paula se preguntaba por qué pagaba el piso. Venía a controlar la calidad de crecimiento de las diversas drogas que cultivaba, a llenar el congelador, y a llevarse la pasta que los días de Vic le proporcionaban.
Para cuando el Largo tocó el timbre, Victoria estaba con el bolso preparado, y cuatro rayas pintadas sobre la mesa. Al lado de su tarjeta de la biblioteca y un turulo para cada uno. El speed era bueno. Olía fuerte y amargo, y estaba algo húmedo. Anfetaminas de las del Carlos. Bien buenas.
(...)
jueves, 27 de junio de 2013
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