viernes, 27 de enero de 2012

El yo y sus visicitudes

Dependiendo de tu estado de bienestar físico y la hora del día que sea, eres más o menos capaz de luchar contra las dificultades que presenta la vida y /o disfrutar de lo que te ofrece.

Estas son las cosas llamadas a la importancia; estilos de personalidad (ser educada, tierna, comprensiva...), si a lo "importante" le subyace el bienestar físico básico (estar nutrida, descansada..), ¿no sería acaso esto más relevante? A lo peor para los objetivos de mi argumentación, no, y el hecho de ser previo o necesario para el buen funcionamiento de los siguientes niveles, no conlleva ser más sustantivo.

Maslow hablaba de esta pirámide, pero claro, sus implicaciones material-capitalistas, y las excepciones (como por ejemplo el héroe de guerra), nos han hecho eliminar esta teoría o cuánto menos mirarla con ojos sospechantes.

Permitidme al menos, doctos en el comportamiento humano, que transite por la vía de una posición intermedia (me permito por esta vez la cobardía de la posición medial), la falta de sueño o el hambre dificultan que nuestra personalidad elaborada salga a la luz. Comprobamos ahora que en esta afirmación hay una palabra que llama la atención: Elaborada.

Con esto estaré diciendo que la personalidad, el estilo de interacción con el que abordamos el mundo en condiciones óptimas, es aquel mediado por el constructo "yo". Ésa entelquia que unifica nuestros instantes, e hila las historias convirtiéndonos en nosotros. El yo, es de por sí ególatra (Si ha sonado a redundancia, sepa el lector disculparme) es decir tiene un gran afán por preservar todas aquellas cualidades que consideramos positivas (simpatía, afectuosidad...).

Nuestra personalidad elaborada, henchida de cualidades positivas se encuentra presente siempre que necesidades materiales básicas estén cubiertas y desaparece cuando no lo están. Esto quiere decir que: El yo recoloca su atención hacia la supervivencia del cuerpo que lo sustenta, y al bajar la concentración que se ocupaba de ser nuestros yoes perfectos, estos fallan y dan lugar a escenas desagradables (sírvan de ejemplo los días en los que hemos dormido poco y estamos de un humor de perros).

Colocándo al yo en el lugar de la dirección de orquesta no solucionamos la problemática de la importancia si no que lo acentuamos:
Lo importante (personalidad, yo) se enfoca hacia lo sustancial (necesidades biológicas) que lo sustentan a su vez.

¿Qué ocurre antes de los 3 años de edad?¿Qué ocurre cuando todavía no existe un yo?
Las necesidades básicas son satisfechas por otros. Otros cuidan de que duermas,comas y te mantengas aseado.

Lo hacen al menos hasta que tu yo, se forma, a la par que tus capacidades linguísticas y motoras que te permiten "pedir" y "hacer". Los otros dejan de cuidarte y tú debes procurarte el bienestar básico que te permitirá sobrevivir.

El yo, pues, tiene responsabilidades muy importantes, mantenernos en el pedestal de personalidad elaborada que creemos (¿somos?) ser, y además tirarnos de ese pedestal cuando está en peligro nuestra supervivencia. Pero no caemos de él gracias al propio yo "yo no soy maleducado, o nervioso, me comporto así porque estoy hambriento o somnoliento". Nos tira del pedestal y encima nos pone debajo una colchoneta de externalización de la responsabilidad hacia lo más interno de nuestras reacciones fisiológicas.

En conlusión con respecto a la importancia descubrimos, una red o al menos una circularidad, abandonando como de costumbre las visiones jerárquicas rígidas, por los esquemas de interconexión y retroalimentación.

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